martes, 15 de julio de 2014

Formentera, un paraíso cercano

Pues eso, qué mejor manera de empezar este nuevo blog que escribir de algo tan agradable como un viaje romántico para celebrar los 40´s de mi mujer Susana. 
El acceso a esta maravillosa isla se tiene que hacer, sí o sí por mar, así que una vez que llegamos a Ibiza tomamos un ferry de algo más de media hora que nos llevó a Formentera. Allí ya teníamos alquilada una moto, concretamente una Suzuki van van, a la que tenía ganas desde hacía tiempo
Y es que la mejor forma para circular por esta pequeña isla es en moto, oliendo esa mezcla de fragancias mediterráneas de pinares y mar.
La oferta hostelera no es muy grande ya que afortunadamente el turismo en masa se quedó en Ibiza. nosotros optamos por un alojamiento tipo hostal que se encontraba en medio de un pinar al final de una encantadora carretera de un solo carril rodeada de higueras y casitas bajas de lugareños. La habitación era perfecta, y las instalaciones tranquilas y muy accesibles.
Por ser la primera noche optamos por el que luego nos dijeron que era el mejor restaurante de Formentera, Can Carlos. Nos sentamos en una mesa encantadora, con una muy buena iluminación romántica. La comida es bastante buena, con una materia prima muy cuidada, no menos que el servicio de sala, excepcional. Estuvimos hablanso con uno de los camareros y ya empezamos a ver cual iba a ser la tónica de todo el fin de semana, los italianos. Sí, esta isla española está totalmente tomada por nuestros ruidosos aunque estéticamente cuidados vecinos. Están por todos lados, ocupando mesas ruidosas en los restaurantes, comprando ruidosamente en las tiendas, y montando en scooters a toda pastilla por las escasas carreteras de la isla.
Pero no sólo son los turistas, sino que muchos de los dueños y propietarios de los negocios también son italianos.
en fin, que la cena en Can Carlos fué de lo más agradable para comenzar un fin de semana romántico de celebración.
Al día siguiente nada más desayunar cogimos nuestra van van dispuestos a descubrir la isla de Lucía y el Sexo y deseosos de encontrar esas paradisíacas playas que ya nos comentara nuestra amiga Anita.
Nos encarrilamos a Cala Saona, pequeña cala de arena blanca y aguas transparentes. Nos pegamos nuestros primeros baños alucinando con su agua, su temperatura, sus barquitas de pescadores aparcadas dentro de casitas de piedra. Para comer reservamos en el único restaurante que había en la playa el Restaurante Sol Cala Saona, a un costado de esta. Nos sorprendió gratamente, para empezar porque el dueño nos atendió personalmente a pesar del jaleo que tenían y nos reservó una mesita con vistas al mar. Para comer nos decantamos por un cabracho al ali oli con el que aún sueño y se me cae la baba, delicioso a pesar de la sencillez de la receta (todo cocido y al ali oli se le añade algo del caldo de la cocción para dejarlo licuado)
 La siesta era inminente después del maridaje que con el cabracho y  un rosado de Formentera hicimos, finalizado eso sí con una crema catalana.

Tras siesta nos marchamos al final de la isla, camino del faro y al mirador del pinar de la mola para ver atardecer
Sí, impresionante. Las montañas del fondo son Ibiza.
por la noche a cenar en Cana Pepa, que se suponía era el competidor de Can Carlos, pero les queda mucho para hacerles sombra. Un desastre en sala para darnos mesa, y la comida no estaba mal, pero tampoco es para reseñar. Lo mejor el camarero madrileño que nos tocó.
El domingo era el día para visitar las Illetas. Cobran unos 3€ por moto para acceder a las playas, y creedme que merece la pena. Aquí la moto es fundamental al poderla aparcar en los numerosos lugares para dejarlas (hay cientos de motos). Las playas, a pesar del gran número de italianos, eran impresionantes. El color del agua iba desde el totalmente transparente al turquesa y azul marino
Disfrutamos como enanos bañándonos en esas increíbles aguas. Hasta yo, conocido por no ser muy playero, estaba encantado con pasar allí las horas, simplemente perdiendo mi mirada en sus aguas.
Cuando el hambre acechaba acudimos al restaurante Es Molí de Sal, donde nos dieron una mesa con inmejorable vistas al mar donde se encontraban fondeados algunos veleros cuyos ocupantes se encontraban sentados en el mismo restaurante. Aquí nos dejamos querer por una fideuá ciega deliciosa y muy abundante regada con un blanco de la isla.



Para bajar la comida nos dimos un paseo por estas playas camino de la isla del Espalmador pero por llegar tarde lo dejamos para el próximo viaje. No obstante mereció la pena ver una especie de escultura a base de piedras que la gente de manera espontánea iba montando.
Ya sólo nos quedaba el lunes para disfrutar de esta maravillosa isla y nos decidimos a pasar las últimas horas en las playas de Levante que eran la continuación de la Illetas. Apuramos baños y paseos por estas playas, entre turistas italianos, familias nudistas, y aguas de ensueños.

Nos fuimos con un buen saber de boca, con ganas de volver solos o con los niños, pero de volver seguro.



miércoles, 9 de julio de 2014

Resurrección 2.0

Pues eso, que tras varios intentos de recuperación de mi anterior blog (miticogeorge) y no haberlo logrado , he decidido, cual Ave Fénix, resurgir de mis cenizas y abrir un nuevo blog.
¿Por qué me he decidido a volver a escribir después de más de tres años de inactividad?, pues porque este año cumplo 40 años y quiero empezar a dejar un legado a modo de recuerdos, opiniones, relatos, recetas.... que me valgan para mis recuerdos a modos de cuaderno de bitácora  y para los que quieran poder compartir esas vivencias. Prometo comentarios de películas y restaurantes, relatos de viajes y vivencias varias. Como hombre sencillo y campechano que soy no esperéis un blog con profundos contenidos económicos como los de mi amigo Ferra  ni de temas de coaching como mi otro amigo Paco Alcaide, ni siquiera de la altura poética de mi mujer Susana, simplemente un pequeño cuaderno de notas de lo que vivo, pienso y disfruto.
Pues eso, que en el umbral de la cuarentena vuelvo a empezar y a ver qué tal...
¡Buen Camino!